martes, 17 de febrero de 2015

GUIÓN DE LECTURA: "EL PORVENIR DE UNA ILUSIÓN"

En este texto (El porvenir de una ilusión) de 1927, Freud pone a la civilización/cultura en el diván. Analiza nuestras neurosis colectivas como grupo, que se manifiestan de modo paralelo a nuestras propias neurosis individuales. Ciertas manifestaciones culturales –en especial, la religión- aparecen como síntomas de esta patología, que ha de ser analizada.
El propio título de la obra ya da una pista sobre el planteamiento que va a seguir: el POR-VENIR sugiere un modelo temporal según la linealidad moderna y presenta la “ilusión” a la manera de la parousía cristiana, el anuncio de un nuevo “mesías laico”; la ilusión es la religión, que debe ser sustituida por la ciencia, que no lo es. Esta misma linealidad temporal se percibe en el Prefacio: estamos limitados en nuestra predicción del futuro por cómo percibimos el presente y lo poco que sabemos acerca del pasado.

A partir de este marco general, Freud presenta al paciente, la civilización/cultura humana, bajo dos aspectos complementarios:
  • el primero es la técnica que utilizamos para controlar la Naturaleza hostil y obtener los bienes necesarios de ella;
  • el segundo son las organizaciones de poder que controlan las relaciones con los demás y la distribución de dichos bienes.

La cultura/civilización ha de ser defendida contra los individuos que se muestran generalmente hostiles y limitados: existe una falta de amor al trabajo y a la cultura, y una imposibilidad generalizada de renunciar a la satisfacción de los instintos. Se ha avanzado mucho en la técnica (primer aspecto) pero muy poco en las organizaciones de poder (segundo aspecto). Para llevar a cabo esta defensa de la civilización/cultura la clave, entonces, no es la economía sino la psicología (las experiencias de la primera infancia son cruciales porque forman a los niños para amar a la civilización).

Una regulación social (es decir, una moral o una ley) es una prohibición, una forma de represión interna de los instintos por parte del SUPER-YO colectivo. Los resultados de los impulsos insatisfechos por las prohibiciones son las frustraciones. A través de generaciones de condicionamientos externos, las prohibiciones son internalizadas y forman el superyó colectivo (Leviathán). Esto proporciona un cierto grado de estabilidad a la civilización, aunque las revueltas de clase pueden ser creadas por las prohibiciones que limitan excesivamente a las clases o naciones más desfavorecidas.

Las manifestaciones artísticas pueden también satisfacer los instintos narcisistas individuales y colectivos, por una forma de identificación espiritual (de sublimación).

Ahora bien, el aspecto más importante sin duda de la psicología colectiva de una cultura son sus ilusiones religiosas. Desde una interpretación hobbesiana, Freud entiende que la civilización es necesaria para protegernos de los demás y de una naturaleza cruel, que ocasiona daños constantemente. En un intento de aliviar nuestra ansiedad, le hemos atribuido características humanas a esa parte de la naturaleza que no podemos controlar. Freud propone una analogía entre el proceso de maduración del niño, que teme a la figura del padre, quien además le protege, y la Naturaleza humanizada por nuestra civilización, que nos reprime y nos protege a través de las divinidades. Nuestros primeros dioses fueron animales, pero rápidamente los cambiamos por dioses-madre (como la figura de la madre es el primer amor para nosotros como niños); eventualmente, los cambiamos por padre-dioses, y luego por un padre-dios (monoteísmo), como la figura del padre pronto se demuestra más fuerte que la figura de la madre en la infancia.

Las funciones que se le atribuyen a la divinidad son:
  • espantar los temores hacia la Naturaleza;
  • marcar nuestro destino y reconciliarnos con él;
  • compensarnos de nuestros dolores, privaciones y frustraciones.
Ahora bien, analizada la doble vertiente explicativa de la religión: el “creo porque es absurdo” (Tertuliano) y el creo “como si…” (alegorías joánicas), la conclusión es que se trata de un planteamiento irracional; en ningún caso son conclusiones del pensamiento (tampoco provienen de la experiencia sensorial) y de ahí que se nos presenten como dogmas, es decir, son ILUSIONES = realizaciones de los deseos. Freud sostiene que esta afirmación no parte de un planteamiento ateo a priori, es decir, del deseo de desacreditar a Dios, sino más bien es el resultado de la aplicación de un método neutral, científico (psicoanalítico) de observar el fenómeno religioso.

Finalmente diagnostica que la religión es una neurosis obsesiva de la colectividad humana (que, como la del niño, proviene del complejo de Edipo). Abandonarla supone el mismo momento fatal del crecimiento/maduración…pero ha llegado el momento “civilizatorio” de matar al Padre Dios. El tratamiento que Freud propone para el paciente/creyente es el mismo que propone para el niño: no ocultarle la verdad racional pero írsela desvelando paulatinamente; en otras palabras, la civilización irá sustituyendo la religión por la ciencia (Si las prohibiciones son entendidas como procedentes de los hombres, podrían ser mejoradas más fácilmente que si proceden de lo divino).

Conclusión: alegato final a favor del “dios logos” (la diosa Alétheia). La ciencia, aunque en ocasiones falle en sus remedios ante las hostilidades de la Naturaleza, sigue progresando y, por tanto, no es una mera ILUSIÓN; lo sería si pretendiera llegar a donde no puede acceder, si se extralimitara. Finalmente –como veíamos al inicio- Freud anuncia la llegada de un nuevo Salvador = la ciencia (entre las que se halla la ciencia psicoanalítica).


Como con Marx, se pasa de la sospecha de una ilusión religiosa a la culminación del ideal científico/positivista de la modernidad (Nietzsche dirá: “de nada habrá servido matar a Dios, si aún seguimos creyendo en la gramática”…)

1 comentario:

  1. El método cientifico aplicado a los seres humanos es brutalidad y genocidio.
    La edad contemporanea es la era del cientifico bestia con apariencia humana.

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