martes, 17 de febrero de 2015

COMENTARIO AL TEXTO DE MARX


El texto de las 11 tesis sobre Feuerbach es una crítica a la voluntad ESPECULATIVA de la filosofía anterior, apelando a la PRÁCTICA -> Por eso es SOSPECHOSO, pero ¿se puede afirmar que todos los filósofos anteriores renunciaran a la vía práctica? El regreso a la caverna de Platón, la importancia de los saberes prácticos en Aristóteles, la reacción contra los tiranos de Santo Tomás, la estructura política horizontal de Leibniz,… parecen más bien ejemplos de lo contrario

Por otra parte, se basa en un cambio de la explicación de la historia hacia un materialismo dialéctico pero no dependiente de la conciencia/del espíritu sino de las condiciones materiales, pero al final reproduce una modelo histórico lineal, predeterminado, positivista y que -queriendo evitar la determinación de una conciencia abstracta- elimina la libre elección práctica del sujeto revolucionario, puesto que el final de la historia está ya “científicamente previsto” por las contradicciones inherentes al capitalismo, a la manera de la Providencia cristiana.

Marx es uno de los maestros de la sospecha (junto a Nietzsche y Freud), que presuntamente ponen en crisis el modelo clásico de la filosofía. Sin embargo, se podría afirmar que Marx fue el que llevó más lejos el proyecto de Ilustración, es decir, del pensamiento moderno puesto que en el intento de establecer los niveles críticos de ese modelo, inició una de las vías de solución moderna más potentes: la realidad material es la que amolda las proyecciones del espíritu. De este modo, la verdad queda salvada porque es una cuestión práctica: la verdad es un punto de vista práctico (no teórico) de la razón. Y la verdad de Marx es un anuncio a la manera de los evangelistas: “Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo” (El manifiesto comunista). El nuevo Mesías toma la forma del inminente comunismo, tras el que se predica el “fin inevitable de la Historia” (luego vendría Fukuyama con su “otro” fin de la Historia…)

Lo que Marx plantea es señalar que el concepto de Razón de la Historia no es una configuración ideal (como pretende Hegel) sino que esta configuración es siempre resultado de ciertas condiciones materiales de la historia. Para Hegel la razón histórica provee sus configuraciones y éstas terminan creando objetividad (por ejemplo, tras la Revolución Francesa). La historia va procurando sistemas objetivos concretos gracias a la intervención del Gesit, del Espíritu, que es quien mueve el proceso objetivador de la historia: el pensamiento materializado. Dice Marx que este proceso es estrictamente el proceso del desarrollo de la historia, pero en lo que Hegel se ha equivocado no es en el planteamiento, sino en que no es el Espíritu el que mueve el proceso, sino que son las condiciones las que modelan el Espíritu. De manera que el Geist, en tanto que objetividad, está sometido a las condiciones materiales.

La razón (el Espíritu) opera, pues, en la historia de una manera ambivalente, libre y condicionadamente: esta es para Marx una contradicción dialéctica. La libertad de acción no puede ser pensada como elemento de acción pura, sino como condicionada. Ahora bien, Marx denuncia esta contradicción e intenta superarla invirtiendo a Hegel… pero para llegar al mismo sitio. Geist es ahora la proyección de las condiciones materiales. No se parte de la libertad de la razón, pero con ello tampoco se niega la tarea del filosofar: no hay que preguntarse qué es la verdad, sino como cambiarla (para lo cual hay que entender que existe y la conocemos). Según Marx, entonces tiene sentido hablar de libertad no al principio, sino al final. Cuando se comprende el proceso real de la configuración es cuando puede al fin cumplirse. Este proceso, además, debe y puede tener fin: la sociedad sin clases.

Entonces cabe plantearse, ¿por qué si somos libres y racionales el mundo no es justo mañana mismo? La lucha de clases es una situación de hecho. Y es antinatural/irracional que las fuentes de la producción, en las que debería radicar la libertad del Sujeto, estén en manos de unos pocos; de manera que la producción lejos de liberar, aliena al Sujeto. La Revolución hace desaparecer las alienaciones porque pone esa libertad al alcance de todos. El Sujeto no tiene las fuentes de la libertad en sí mismo porque es un asalariado, en vez de estar produciendo libremente. Esta acción no puede ser una acción libre, ni, por lo tanto, puede su resultado considerarse un objeto racional. Es la situación del trabajo alienado.


Al denunciar esta contradicción Marx se hace sospechoso pero al resolverla por la acción nuevamente CONDICIONADA de un proceso histórico inevitable CUMPLE EL PROGRAMA MODERNO ¡pero ahora superadas las contradicciones! 

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