Vigilar y castigar está dividido en cuatro partes: Suplicio, Castigo,
Disciplina y Prisión.
Disciplina:
En esta tercera parte, Foucault analiza la evolución
de aquellas instituciones sobre las que los mecanismos disciplinarios han
tenido una mayor trascendencia. En ellas, las técnicas disciplinarias
consiguieron, a partir del s. XVIII, un control completo del cuerpo a través de
reglamentos que pretendían la docilidad
del interno.
Los instrumentos estaban basados en dos principios básicos pero tremendamente
eficaces: la vigilancia interna y el
conocimiento del individuo. De una
parte, los nuevos edificios (PANÓPTICOS)
se construyen pensando en la posibilidad de tener al interno visible sin que él
lo perciba (es el caso de las UCI, de las cárceles panópticas o de las redes
sociales). Y de otra, el nuevo sistema de vigilancia se individualiza gracias a
la capacidad de estudio del interno que estos “edificios” poseen.
El castigo,
igualmente, giraba en torno a estos principios. Existía un reglamento normalizador, a partir del cual se describían las desviaciones que cada individuo
generaba. De este modo, el conocimiento de la persona daba la doble posibilidad
de prever la desviación sobre la
norma (como el “Multivac”
de Asimov) y de sancionarla cuando se producía de
hecho, lo cual se sabía rápidamente gracias a la continua observación. El
castigo, por tanto, podía ser más o menos intenso, en función del grado de desviación que se había
producido; dando la sensación de una objetividad
matemática. El loco es el que se desvía de los usos y costumbres adquiridos, el
delincuente es el que se salta los reglamentos mayoritariamente aprobados, el
enfermo es el que posee un físico con alteraciones respecto al ideal de salud y
belleza, el feo es el que rompe con los cánones estéticos, el alumno torpe es
el que no aprueba los exámenes o está por debajo de la media en el informe
Pisa,…
Son muy significativas, en este sentido, las palabras
de Morgan Freeman en la película Cadena
perpetua cuando trata de explicar a sus compañeros por qué se ha suicidado
precisamente aquél al que han dado la libertad (cito de memoria): “primero
odias estos muros, más tarde te acostumbras a ellos y, al final, dependes de
ellos”…
Se trata, en fin, de normativizar a la sociedad y de registrar toda desviación posible, tenerla prevista para que no
suceda. En los campos de concentración la persona
no importaba pero sí el individuo
que quedaba registrado mediante un número, con el que en todo momento podía ser
controlado. «La “disciplina” -como
señala Foucault- no puede identificarse ni con una institución ni con un
aparato. Es un tipo de poder y una modalidad para ejercerlo».
Esta reflexión sobre un modelo de control ejercido individualmente, donde el conocimiento
del sujeto es fundamental, igual que lo es la sensación de “libertad” que
propicia, es fundamental en la actualidad y desde la perspectiva de la
“sociedad de la información”…
El análisis que realiza Foucault, además de acertado, me parece que realiza desde un enfoque crítico al sistema social en donde vivimos. Y la crítica es el primer paso para poder transformar esta realidad. Vivimos en un mundo en donde la tecnología aporta herramientas fáciles, pero muy poderosas, para mantener un sistema de máximo control con una sensación de libertad importante. No es extraño que haya habido tanto desarrollo de la literatura de ciencia ficción que reflexiona sobre esta circunstancia.
ResponderEliminarFantástico post el que has escrito. Me ha gustado especialmente cómo explicas el texto de Foucault aprovechando referencias a recursos que has tenido cerca en este tiempo: Multivac, Cadena Perpetua, nuestra terrible ley de educación....