viernes, 6 de marzo de 2015

PENSAMIENTO DE NIETZSCHE


          Verdad es el tipo de mentira sin la que una determinada clase de seres vivos no podrían vivir. Lo que en última instancia decide siempre es el valor para la vida.” (Verdad y mentira en sentido extramoral)

En esta definición radica el vuelco y consiguiente crisis de la cultura occidental. En otras palabras, la razón por la que Nietzsche puede ser inscrito entre los maestros de la sospecha.

Nietzsche apuesta por la vida; frente al positivismo/materialismo, adopta la postura del vitalismo: la vida es la esencia de la realidad. Frente a ella, la razón paraliza la vida (resentimiento contra la vida). La vida es “devenir”, no ser estático; es impulso activo (positivo-afirmativo) + impulso reactivo (crítico-destructivo); y es libre creación, superación, poder que se mueve en el ámbito de lo imprevisible y del azar.

Hay dos tipos de sistemas de valores: los conformes a la esencia de la vida (su propuesta) / los contrarios a la misma (metafísica occidental).

Nietzsche expone el nihilismo como postura ante la vida. Ahora bien, debe quedar claro que existen dos tipos de nihilismo: el Nihilismo PASIVO, que es la pérdida de la validez de los valores vigentes, “la ausencia de finalidad, meta y sentido”, es la caída en la nada, en el vacío; y el ACTIVO, en el que se trata no sólo de destruir los valores antiguos, tradicionales, sino de sustituirlos por otros nuevos que se crean. A este último tipo le llama: transvaloración.

La esencia de la cultura occidental es nihilista porque: No tenemos el más mínimo derecho a suponer un más allá o un en-sí de las cosas que sea “divino”. La metafísica —que ha marcado la cultura occidental— conduce a una situación nihilista; afirma que lo verdaderamente ente está siempre más allá de lo aparente, hasta que se llega a un momento en que se duda, se SOSPECHA de un más allá. El nihilismo es así el proceso en el cual el supuesto mundo verdadero deja de ser considerado fundamento del orden de las cosas (De cómo el mundo verdadero devino fábula). La “voluntad de Verdad” = Voluntad de NADA, en cuanto tal afirmación surgía del odio a la vida.

Su método genealógico sugiere ponerse al comienzo para ver surgir los acontecimientos y su “Filosofía del martillo” consiste en que la parte negadora del método, en la que se trata de criticar para destruir la cultura occidental, debe completarse con la parte afirmadora, es decir, la “filosofía vitalista”; son los ejes de su pensamiento intempestivo. 

Para explicar esto recurre a la mitología griega: Apolo representa la cultura occidental y Dionisos, la visión de la vida. Son dos modos contrarios de entender la realidad en el “I Nietzsche”; ahora bien, “el II Nietzsche” ya no es un dionisíaco (cambio de postura) puesto que comprende que no se puede habitar la experiencia dionisíaca siempre, pues es la del horror y la muerte; Apolo y Dionisos son la antístrofa el uno del otro. La propuesta nietzscheana lucha contra el concepto pero a favor del ARTE. Todo acto racional constituye una conducta que puede ser definida en términos de PRODUCCIÓN. Es dionisíaco porque tiene una voluntad creadora libre de ataduras conceptuales pero también es apolíneo porque esa creación es productiva. Dentro del ámbito del lenguaje, el ser humano ha inventado una designación para las cosas, por tanto, las ha hecho corresponder con unos conceptos convencionales y la gran mentira ha consistido en creerse que con estos conceptos se capta la verdadera realidad del mundo, la vida (con la razón no puede captarse la vida): La Gramática también ha muerto.

Por eso es necesario revisar la conceptualización completa de Occidente, más allá de la “Gramática”. Frente a aspectos concretos de la cultura occidental actúa de la siguiente manera:

la filosofía: desde Sócrates y Platón ha caído en graves errores; en primer lugar, haber despreciado la realidad sensible y cambiante, el devenir constante en que todo consiste, a favor de una ontología de lo estático; en segundo lugar, haber inaugurado un dualismo inexistente entre dos mundos contrarios: el sensible, es el no-ser, lo aparente, falso y cambiante, y el inteligible, el verdadero; por ser inmutable e imperecedero, es el verdadero “ser”. Contra ello, Nietzsche afirma que no se puede huir de este mundo porque sea terrible e inventar otro que sea mejor, perfecto.

la Razón: es incapaz de captar la vida y por eso debe ser despreciada: no entiende el devenir ni la pluralidad. La razón debe ser sustituida por el instinto (“olfato”) que es el que capta los valores creativos, la vida. Con ello pretende criticar a las ciencias positivas: a la matematización de lo real. No ataca la ciencia en sí, sino su metodología determinista.

la religión: rechaza el cristianismo en nombre de nuevos valores; no es ateísmo puesto que igualmente se enfrenta al lenguaje o al Estado. La religión supone un antihumanismo; el cristianismo es “la única gran maldición; la única gran corrupción interior”. Cristo representa el hombre de instintos débiles, manso (el que termina por caer en el nihilismo pasivo) Todo lo cual le conduce a una forma aparente de politeísmo: “Los dioses han muerto... de risa al oír decir a uno de ellos que él era el único dios”. En su libro llamado El Anticristo, Nietzsche escribe sobre cómo la cristiandad se ha convertido en una ideología establecida por instituciones como la Iglesia, y cómo las iglesias han fallado a la hora de representar la vida de Jesús. Es importante, para él, distinguir entre la religión de la cristiandad y la persona de Jesús. Nietzsche contrasta a los cristianos con Jesús, a quien admiraba de gran modo. Argumenta que Jesús transcendió las influencias morales de su tiempo creando su propio sistema de valores; representaba un paso hacia el superhombre. Al final, Nietzsche clama sin embargo que, en contraste con el superhombre que abraza la vida, Jesús niega la realeza en favor de su «Reino de Dios». Por eso sentenció, en una de sus frases más conocidas: "El último cristiano murió en la cruz", refiriéndose a que nadie siguió las enseñanzas de Cristo, y que Pedro y los que siguieron con la doctrina cristiana sólo hicieron negocio con la figura de Cristo, por lo tanto, él ha sido el único cristiano.

la moral: desaparece la conciencia como ese conjunto de conocimientos superiores que nos dictan lo que debemos hacer. Al ser inhibidos los instintos, se han quedado reprimidos; por tanto, la conciencia no tiene un origen en las normas morales, ni en Dios: son resultado de una represión. La moral occidental ha sido debilitadora de la vida, es decir una Moral de esclavos. Ha de sustituirse por una “moral” creativa, del superhombre: más allá del bien y del mal: “La moral es el odio de los débiles frente a los fuertes” + “Cuando he dicho más allá del Bien y del Mal, no he querido decir más allá de lo malo y de lo bueno.” Nietzsche pensaba que había dos clases de hombres: los señores y los siervos, que han dado distinto sentido a la moral. Para los señores, el binomio «bien-mal» equivale a «noble-despreciable». Desprecian como malo todo aquello que es fruto de la cobardía, el temor, la compasión, todo lo que es débil y disminuye el impulso vital. La moral de los señores se basa en la fe en sí mismos, el orgullo propio. Por el contrario, la moral de los siervos nace de los oprimidos y débiles, y comienza por condenar los valores y las cualidades de los poderosos. Una vez denigrado el poderío, el dominio, la gloria de los señores, el esclavo procede a decretar como «buenas» las cualidades de los débiles: la compasión, el servicio —propios del cristianismo—, la paciencia, la humildad. Los siervos inventan una moral que haga más llevadera su condición de esclavos (alienación). Como tienen que obedecer a los señores, los siervos dicen que la obediencia es buena y que el orgullo es malo. Como los esclavos son débiles promueven valores como la mansedumbre y la misericordia. Critican el egoísmo y la fuerza. Introdujo el concepto clave del resentimiento como base de la moral del esclavo.

Llegados a este punto, Nietzsche propone una síntesis alegórica de su pensamiento. Propone los siguientes momentos de la crisis occidental a través de la metáfora de Así habló Zaratustra:

  El camello: simboliza la carga que ha tenido que soportar esta cultura a lo largo del tiempo en lo que se refiere a la metafísica y a la moral del “tú debes”.
  El león: momento aniquilador, nihilista pasivo; se da muerte a Dios.
“¿No oísteis hablar de aquel loco que en pleno día corría por la plaza pública con una linterna encendida, gritando sin cesar: “¡Busco a Dios! ¡Busco a Dios!”. Como estaban presentes muchos que no creían en Dios, sus gritos provocaron la risa. [...] El loco se encaró con ellos, y clavándoles la mirada, exclamó: ¿Dónde está Dios? Os lo voy a decir. Le hemos matado; vosotros y yo, todos nosotros somos sus asesinos. Pero ¿cómo hemos podido hacerlo? ¿Cómo pudimos vaciar el mar? ¿Quién nos dio la esponja para borrar el horizonte? ¿Qué hemos hecho después de desprender a la Tierra de la órbita del sol? [...] ¿No caemos sin cesar? ¿No caemos hacia adelante, hacia atrás, en todas direcciones? ¿Hay todavía un arriba y un abajo? ¿Flotamos en una nada infinita? ¿Nos persigue el vacío [...]? ¿No hace más frío? ¿No veis de continuo acercarse la noche, cada vez más cerrada? [...] ¡Dios ha muerto! [...] ¡Y nosotros le dimos muerte! ¡Cómo consolarnos nosotros, asesinos entre los asesinos! Lo más sagrado, lo más poderoso que había hasta ahora en el mundo ha teñido con su sangre nuestro cuchillo. ¿Quién borrará esa mancha de sangre? ¿Qué agua servirá para purificarnos? [...] La enormidad de este acto, ¿no es demasiado grande para nosotros?” Nietzsche en La Gaya ciencia.
Nietzsche creía que esta muerte minaba los fundamentos de la moral y que acabaría por desembocar en el más completo nihilismo y relativismo moral. Para evitar esto, él creía en la transvaloración de los fundamentos de la moral para comprender mejor los motivos y orígenes subyacentes de los primeros. De esta manera los individuos podrían decidir por sí mismos si un valor moral es obsoleto o está desviado por imposiciones culturales o quieren realmente tomar ese valor como cierto.
   El niño: momento positivo, de feliz afirmación; constituye la superación de la crisis de la cultura occidental; el niño no tiene prejuicios y juega con la vida. El Niño representa el superhombre. Normalmente se traduce como «superhombre»; sin embargo esta traducción es confusa ya que el prefijo alemán über significa «superior» como adjetivo, o «sobre» (como el over inglés). Además Mensch significa «humano», «persona», esto es, «hombre» en términos de especie, el que presenciará el gran mediodía que representa el último paso de superación del hombre moral, y la etapa final del nihilismo activo.

Finalmente, la solución nietzscheana va a radicar en la VOLUNTAD DE PODER concretada en el ARTE (no wagneriano, no conceptual, pero sí –de algún modo– occidental).

A partir de la muerte de Dios, caben dos posibilidades:
    Nihilista pasiva: ante la muerte de Dios se queda sin valores y se paraliza, es decir la voluntad de NADA;
    Nihilista activa (niño): ante la muerte de Dios se le abre el mundo entero de las posibilidades puesto que, libre de las ataduras, asume la VOLUNTAD DE PODER: “allí donde cae el Estado, mirad allí, hijos míos, porque ahí es donde tienden los puentes hacia el superhombre.”

La VOLUNTAD DE PODER se define como el “deseo insaciable de mostrar potencia, o empleo, ejercicio del poder, como instinto creador”. Lo que caracteriza a la voluntad de poder es el poder porque el poder quiere la voluntad. El poder puede quererlo todo, puede querer una ilusión o una ficción, un error o una apariencia, es totalmente creador. La voluntad de poder es una voluntad creadora, es la VOLUNTAD DE VIDA ETERNA… Pero entonces surge la intuición sublime del “eterno retorno”.

Al ser una voluntad completa no puede basarse en un tiempo lineal, puesto que en él, el pasado ya no es posible y el presente se agota a cada instante. La Intuición del ETERNO RETORNO (de LO mismo no de EL mismo) indica que el tiempo es un círculo; querer el futuro es volver a querer lo pasado puesto que todo ha existido ya; pero también, vivir el presente con voluntad de poder es vivir la eternidad. Claro está, el progreso carece de sentido. Sólo de esta manera se puede dominar lo existente, el devenir y se puede ser libre (todo está a la mano): libertad material.

          Nietzsche menciona la idea de lo «horrible y paralizante» y también mantiene que la carga de esta idea es el peso más pesado imaginable. El deseo del eterno retorno de todos los eventos marcaría la afirmación de la vida definitiva. El Eterno retorno cumple pues dos funciones en la filosofía de Nietzsche. La primera es remarcar el amor a la vida. Los cristianos postulan un paraíso, Platón el mundo de las ideas; Nietzsche dice que después está otra vez la tierra, el mundo: porque no hay nada más. Por otro lado cumple una función ética. Quien acepta el Eterno Retorno, se responsabiliza y acepta sus actos. Con el dolor que puedan contraer, con el placer que puedan conllevar: no hay lugar para el arrepentimiento.

En última instancia el modelo de la voluntad de poder (que afirma la vida, el devenir) es el ARTE pues, ante todo, de lo que se trata en una civilización inercial y detenida, es de abrir nuevas posibilidades, crear nuevas perspectivas de desarrollo de la vida, y de que las posibilidades abiertas no sean nunca clausuradoras de este devenir. Cuando nombras algo de manera “verdadera” niegas las otras posibilidades; eso es lo que ha hecho hasta ahora el pensamiento moderno. Se trata de introducir la nada en el interior del concepto; es decir, no es que no haya que nombrar pero hay que hacerlo de tal manera que otras múltiples definiciones puedan ser propuestas de manera igualmente válida. Sólo a partir de aquí puede lograrse una civilización post-nihilista (pasiva).

Finalmente, la GRAN POLÍTICA es la preparación, la superación (de la moral/política metafísica), el adiestramiento (no la domesticación) del hombre hacia el superhombre, creador eterno.

Nietzsche, que había colaborado voluntariamente en la guerra franco-prusiana y que conoció personalmente a Bismarck durante su época de profesor de filología en Basilea, se mostró siempre crítico con el nacionalismo e imperialismo alemán. De hecho, criticó la realidad misma del Estado, porque, según él, el Estado es un instrumento creado por los “débiles” para protegerse y vengarse de los “fuertes”. Un juicio igual de negativo merecen para Nietzsche los partidos políticos y los procesos electorales, la democracia, en definitiva. A partir de esta ambigua propuesta política se han vertido distintas opiniones. Pero son sus propias palabras las que deberían alejar cualquier sospecha de simpatía hacia el nazismo:
"Nosotros no amamos a la humanidad, pero también estamos muy lejos de ser lo bastante alemanes (en el sentido en que hoy se emplea la palabra) para convertirnos en voceros del nacionalismo y de los odios de razas, para regocijamos con las aversiones y el modo de hacerse mala sangre los pueblos, a que se debe que en Europa se atrincheren unos contra otros cual si quisieran separarse con cuarentenas. [...] Nosotros, los sin patria, somos demasiado variados, demasiado mezclados de razas y de origen para ser hombres modernos, y por consiguiente, nos sentimos muy poco inclinados a participar en esa mentida admiración de sí mismas que hoy practican las razas y en ese descaro con que hoy se ostenta en Alemania, a modo de escarapela, el fanatismo germánico... " La gaya ciencia, § 377
            Durante el periodo entre guerras, muchos fragmentos del trabajo de Nietzsche fueron apropiados por los nazis, principalmente por Bäumler en La voluntad de poder. Durante el periodo de dominio nazi, las obras de Nietzsche fueron muy estudiadas en los colegios y universidades alemanas. Los nazis creyeron ver en Nietzsche a uno de los padres fundadores.


 CONCLUSIÓN:

            Para concluir podemos señalar que Nietzsche se alza como uno de los 3 maestros de la sospecha que ponen en crisis el modelo clásico de la filosofía (Ricoeur): parece ser el máximo aspirante porque utilizó una forma de pensamiento intempestivo (violenta y atemporal) para golpear los fundamentos del pensamiento moderno. A Nietzsche le gustaba la tradición occidental, de hecho opera con tradiciones artísticas sólo concebibles en el mundo occidental => Se trata más bien de darle una nueva perspectiva. La producción no tiene ya realidad a la que atenerse, es producción libre, y eso es ARTE: no se hace arte para hacer la experiencia dionisíaca, sino para escapar de ella. Pero quien hace arte sabe que con ello no escapa de nada. El superhombre no es más que el hombre occidental seguro de sí mismo (sin Dios y sin Gramática). Ahora bien, el ETERNO RETORNO sí que es un pensamiento no moderno, ya no es un pensamiento productivo, no puede someter a la realidad a un pensamiento, a proceso ninguno, ni de verdad ni de arte: el eterno retorno es darse de bruces con lo real, que siempre está; de ahí que la expresión más patética que conservamos del eterno retorno es: ¿estás dispuesto a soportar otra vez la vida entera? Sólo lo consigue el superhombre. Y esta es una Intuición sublime: grandiosa y terrorífica.

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