miércoles, 14 de enero de 2015

Esquema general del pensamiento de Platón



El objetivo de la filosofía de Platón es alcanzar una política científica, es decir, epistémica, por lo tanto su modelo político será contrario al modelo político de los sofistas que sólo se basa en la persuasión. Con ese modelo, la democracia ha condenado a Sócrates, por lo tanto, la democracia no puede ser un modelo justo de política. Platón, siguiendo a su maestro, piensa que las normas morales (nomoi) no son convencionales, como pensaban los sofistas, sino que responden a criterios universales y, por tanto, son cognoscibles. De este modo, la filosofía platónica se embarca en la búsqueda de lo que las cosas propiamente son (que es a lo que él llamará eidos o idea) porque piensa que sólo el conocimiento de los valores y normas (absolutos) puede garantizar un buen gobierno, es decir, que sólo puede haber un buen gobierno cuando el que gobierna sabe verdaderamente lo que las cosas son.

A partir de esta motivación básica puede comprenderse la así llamada “teoría de las ideas” de Platón: si “ser” es poseer una determinación (ser A o B), entonces las cosas sensibles no “son” en sentido propio y estricto. Nada es verdaderamente, excepto las determinaciones mismas puesto que a ellas la determinación les pertenece, por así decirlo, “en propiedad”. De hecho, si podemos decir que “esto” en tal momento ya no es x, es precisamente porque la determinación “x” sigue teniendo validez aun cuando no exista x (e incluso aunque no exista ninguna x en absoluto). Y si esto ocurre con las cosas sensibles, igualmente ocurrirá con los conceptos abstractos como el de justicia, que se reflejan en acontecimientos históricos pero su determinación ha de ser absoluta.

Esta explicación conduce al dualismo ontológico, en virtud del cual Platón divide el mundo en dos niveles: el de las ideas y el de la apariencia; magistralmente descritos en el Mito de la caverna. Platón dice que hay un horismós entre un mundo y otro, y su labor será intentar trazar un puente entre el mundo de la apariencia y el mundo de las Ideas. Para ello recurre a los conceptos de participación y de imitación, a la arriesgada introducción del Demiurgo y, finalmente, a la solución matemática, pitagórica de vejez, en la que explica que existen grados de acercamiento a la Idea perfecta en el mundo apariencial (salvando de este modo el escollo de las cosas “malas”). Desde el punto de vista gnoseológico, desarrolla la explicación de la Analogía de la línea:
                                      Horismós


  -------------->
                 Sombras           Engaño            Ciencia                 Ideas
           ---------------I------------      ----------------I--------------------
             Conjeturas      Percepción        Razonamiento   Intuición Intelectual
           ______________________     ___________________________
                        Mundo Sensible                                  Mundo Inteligible

Por último, establece un dualismo también antropológico: el hombre, como el mundo, está compuesto por un elemento sensible (el cuerpo) y por un elemento inteligible (el alma). De este modo, el hombre, en tanto que ser corporal, está en contacto con el mundo de las cosas, pero, en tanto que ser inteligible, entra en contacto con el mundo de las ideas. La preexistencia del alma posibilita la concepción gnoseológica de Platón, según la cual aprender lo que las cosas son no consiste sino en “recordar” las ideas que conocimos antes de nacer: “teoría de la reminiscencia” (o anamnesis). 

El alma consta a su vez de 3 partes:

  • alma concupiscible (epithymía), en la que residen los deseos irracionales y la búsqueda de los placeres (situada en el vientre);

  • alma irascible (thymós), en la que residen los sentimientos y pasiones, y que es la parte del alma responsable del valor o coraje (situada en el pecho);

  • y, finalmente, el alma racional (nous, lógos), que es la que ejerce las funciones intelectivas (situada en el lugar más elevado: la cabeza).

Esta tripartición del alma la recoge Platón, entre otros, en el conocido “mito del carro alado”, que aparece en el Fedro.
Cada una de estas partes cumple una función determinada según la virtud o excelencia (areté) que le corresponda, dependiendo de la naturaleza que le sea propia:

  • al alma concupiscible le corresponde la templanza (sophrosyne), que es la manera excelente de gestionar el deseo;

  • al alma irascible, la fortaleza (andreía), que es la manera excelente de enfrentar la adversidad;

  • y, por último, al alma racional, la sabiduría (sophía), que se identifica con la sensatez (phronesis), que es la manera excelente de conducir la vida conforme a la razón.

Pero si a cada parte del alma le corresponde una virtud, ¿qué significa llevar una vida virtuosa? Esto es, ¿en qué consiste la virtud en general (la kalokagathía)? Puesto que el alma humana está compuesta, llevar una vida virtuosa no es más que saber equilibrar estas tres virtudes del alma, siempre encabezadas por la dirección de la sabiduría, es decir, del alma racional, que ha de ser la que dirija a las otras dos. 

Y también la justicia en la ciudad va a tener que ver, precisamente, con ese equilibrio de las partes del alma que hacen virtuoso al hombre, sólo que ya no a un nivel individual, sino a un nivel colectivo. Las tres partes del alma consideradas por Platón en el hombre no tienen el mismo peso en todos los hombres, sino que dan lugar a tres tipos de hombres, dependiendo de qué parte del alma predomine en él. Es precisamente a partir de esta concepción del ser humano desde la que Platón va a construir su ciudad ideal. Y lo que piensa Platón es que, igual que el alma virtuosa es aquella en la que se consigue el equilibrio de las tres partes del alma, del mismo modo una ciudad verdaderamente justa será aquella en la que se dé el equilibrio entre los tres tipos de hombres, de tal forma que cada uno ocupe en la pólis el lugar que le corresponde por naturaleza:
  • Así, los productores (dedicados a la actividad económica, a la producción de bienes y al comercio) habrán de ser aquellos en los que domine el alma concupiscible;
  • los guardianes (dedicados a la defensa y al mantenimiento del orden, a tareas militares y policiales) serán aquellos en los que domine el alma irascible;
  • ·         y, finalmente, los gobernantes habrán de ser aquellos en los que predomine el alma racional.

Del mismo modo que no es deseable que en un hombre sea el alma concupiscible o la irascible la que dirija a las otras, sino la parte racional, con más razón en una ciudad que haya de ser justa tendrá que ser la parte racional la que dirija a las otras dos. El problema se presenta a la hora de delimitar el modo de determinar qué alma predomina en cada hombre. Por eso Platón propone en La República un proceso educativo (paideia) que seleccionará a los ciudadanos según sus aptitudes para desempeñar una u otra labor. Este proceso educativo consistirá en ir superando todos los niveles del proceso del conocimiento (desde la mera opinión hasta el conocimiento estricto), de manera que, dependiendo del nivel que cada uno logre alcanzar, se considerará que en él predomina un tipo u otro de alma. Es necesario que cada tipo de hombre, seleccionado por el proceso educativo, ejerza dentro de la ciudad la función que le es propia: que los productores sean productores; los guardianes, guardianes y los gobernantes, gobernantes. Porque sólo aquel que conozca lo que las cosas son es el que está realmente capacitado para gobernar.

Así, la justicia en el Estado se realiza cuando cada uno de los grupos sociales desempeña la función que le corresponde y la lleva a cabo de modo adecuado, por poseer la virtud que le es propia: sensatez en el caso de los gobernantes, fortaleza o valor en los guardianes, y moderación o templanza por parte de los productores. Platón logra así una definición de la justicia (objetivo que andaba buscando): la armonía que surge de “hacer cada uno lo suyo”.

Por último, Platón recoge la división tradicional de los tres sistemas de gobierno en su diálogo Las leyes:
  1. Aristocracia (el gobierno de los mejores) ≠ Oligarquía (el gobierno de unos pocos)
  2. Democracia (soberanía del pueblo) ≠ Demagogia (los que conducen, persuaden al pueblo tratando de engañarle)
  3. Monarquía (el gobierno de uno) ≠ Tiranía (el gobierno de uno que ha llegado al poder por la fuerza) 
Platón elige la aristocracia porque se tiene la certeza de que estarán los mejores, los más sensatos: los filósofos.

1 comentario:

  1. Todo en este Platón es degeneracion: poder, jerarquía, odio,violencia, opresión, hipertrofia de la tiranía. No es de extrañar que guste tanto.

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