jueves, 22 de enero de 2015

San Pablo


Es un cristiano judío enérgico, con gran capacidad de entusiasmo y de organización pero algo intransigente. No conoció a Jesús.

En su predicación en el areópago, intentó persuadir a los sabios griegos de que Jesús era el último de los sabios, el definitivo; y, naturalmente, obtuvo un sonoro fracaso, completamente lógico puesto que era absurdo para un griego que el logos completo perteneciera a una única subjetividad.

Entonces cambia el mensaje: Cristo no culmina la sabiduría sino que rompe con ella; anuncia a Cristo, no trata de explicarlo. Así, convierte al cristianismo en un misterio a la manera clásica, a la manera de Eleusis; es un rito iniciático en el que se expían las culpas bebiendo el agua del olvido y comiendo al dios (Dionisos). De esta manera, en el cristianismo los pobres y desheredados se pueden “convertir” porque “son iguales ante los ojos de Dios”. Este sí es un mensaje esperanzador, que obtuvo un gran éxito histórico.

En consecuencia, se inician las primeras revueltas socio-económicas (si somos iguales ante los ojos de Dios, por qué somos despreciados por el emperador…) y Nerón decreta el exterminio de los sedicentes en el año 64, dando comienzo a la teología del martirio y a la escisión de los hebreos, que reniegan para salvarse. Por su parte, los cristianos huyen del espacio romano hacia la zona griega de Éfeso (Patmos), donde se crea una iglesia helénica, origen del 4º evangelio.

1 comentario:

  1. Y llegó Pablo Iglesias de Tarso y se cargó la revolución con su propaganda judeo circense para tonticos.

    ResponderEliminar